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Consolidado desde hace décadas como un café y restaurante modelo en Mar del Plata, Tío Curzio cumple en 2024 sesenta años de historia. El lugar fue fundado por inmigrantes italianos vinculados a la gastronomía y el apellido que le dio vida continúa al frente, sin dejar de proponerse desafíos. Todo eso, con una de las vistas más espectaculares de la ciudad.
A veinte minutos del acceso por la Ruta 2 y a cinco del bullicio del centro se encuentra uno de los restaurantes preferidos por marplatenses y turistas. A él se accede por la tradicional avenida Colón, aquella de las lomas pronunciadas que terminan únicamente cuando se empieza a ver el mar.
Néstor Curzio Benedetti, nieto de los fundadores, administra este lugar junto a su esposa y un equipo de trabajo que, en gran parte, está junto a él desde hace décadas. En el fin de la temporada de verano 2024, pero aun con un importante movimiento en el local, abrió sus puertas a Radio Brisas e Infobrisas.com para dialogar sobre el pasado, el futuro y la relación con el presente.
"Siempre de chico está esa cosa de ir preguntando, aprendiendo e ir metiéndose en el mundo de los negocios y demás. Si algo siempre me quedó claro es que ese clásico dicho de 'nunca poner todos los huevos en la misma canasta'", expresa el protagonista, en una de las tantas mesas del salón que recibe a miles de clientes por semana.
También sostiene que "a partir de esa idea, de tener siempre diferentes actividades y de no apuntar todo a una sola cosa o tener una sola bala, sino tener varias, hubo un momento muy coyuntural en nuestra familia y nuestra empresa".
"Venimos de una familia grande y allá por 2010, cuando teníamos que tomar una decisión familiar, se logró consensuar las necesidades y los intereses de cada uno de los integrantes para que cada uno pudiera 'venderme' y yo poder quedarme solo con esta propiedad y a partir de ahí, empezar a desarrollar el nuevo Tío Curzio", cuenta.
El lugar fue inaugurado en 1964 y, a partir de ahí, el negocio fue pasando por distintas manos: "Primero fue la mano de mi abuelo; luego la de mi abuela cuando su marido fallece; después se quedó mi padre, quien en los 90 con mi mamá se van a vivir al extranjero".
"Vinieron mis tíos de Europa a acompañarme en el negocio junto con primos. En 2010, cuando era el momento, logramos ponernos todos de acuerdo para que pudiera comprarle todas las partes al resto de la familia y a partir de ahí, empezar a desarrollar mi negocio", expresa Néstor.
En ese sentido, se explaya sobre el dilema de los nuevos desafíos: "Una vez hecho eso, dije 'qué hago ahora?' Solamente teníamos el café y el restorán. Sabía que necesitaba volver a los eventos, porque en ese momento ya no se estaban haciendo. Cuando decidí volver supe que, con lo que me había quedado de la casa, debía hacer un lindo salón de eventos".
Una vez emplazado ese lugar, su propietario destaca que "tiene capacidad para 250 personas, con una vista al mar increíble, con una terraza súper linda, equipamiento nuevo con mesas y sillas.
"Recuperé el piso antiguo que estaba tapado con otro, las columnas, vigas históricas de madera que estaban tapadas por un cielorraso, cambiamos toda la iluminación y el mobiliario, vajilla nueva. Hicimos un salón de fiestas al nivel de lo que se necesita hoy para estar competitivos", resalta.
Según él, aún era necesaria una serie de mejoras en esa ubicación: "Al restorán había que darle otro vuelo, por lo que también cambiamos todo el mobiliario y pusimos mesas de madera largas y hermosas, sillas, sillones, una barra con sus banquetas. También armé una cava, ya que me apoyó una cava con más de 250 botellas de vino. Me apoyaron todas las bodegas y armamos una cava súper linda, toda vidriada, a la vista y en el medio del salón".
"Recuperé una araña antigua que estaba tirada en un depósito que tiene más de 120 años y es una belleza total. Hice todo el restorán nuevo y durante la pandemia también hice el café levantando el techo, dándole mejor acústica y armando toda la barra nueva", añade.
Curzio Benedetti analiza el panorama que estaba ante sus manos en esa oportunidad: "Ya tenía un café, un restorán y un salón de fiestas. Si a veces no viniera bien la temporada, podría decir que con los eventos habíamos andado bien en noviembre y diciembre".
"Empecé a darle diferentes ingresos al negocio y la última gran apuesta fue armar todos los departamentos boutiques que tengo arriba en la casa. Son diez departamentos súper bonitos que empezamos a hacer hace más de ocho años, muy de a poquito y a pulmón y que cuando vino la pandemia dije 'es el momento, tengo que terminarlos', comparte a este medio.
Ante eso, aclara que "a través de un préstamo que me dio el banco, pudimos darle inyección final y terminar todos los departamentos".
"Hoy la casa realmente tiene todo. Podría decir que es más del estilo de un apart hotel: podés tener tu departamento y bajar a desayunar al café; podés hacer un evento empresarial, social o corporativo; la gente que viene al evento puede dormir arriba y usar lo demás como servicios", ejemplifica, ante las muchas posibilidades.
El anfitrión se refiere también a algunos de los aspectos más importantes que llevaron a su empresa a consolidarse a lo largo de las décadas, incluso con épocas de gran dificultad y con competidores de talla alta.
"Mi abuelo y mi abuela fueron italianos y se vinieron desde allá hace muchos años. Eran de esencia gastronómica, tenían su bar restaurante en un pueblo de Italia y cuando llegaron a Argentina lo primero que hicieron fue ponerse un restorán. Después de varios años lograron comprar esta casa y armar el Tío Curzio, que comenzó siendo una casa de té para después pasar a ser un restorán", cuenta, sobre los inicios.
Al mismo tiempo, aclara que sus ancestros "también tuvieron una fábrica de pastas, o sea que siempre estuvimos relacionados y nos han inculcado la parte gastronómica y hotelera. Yo mamé, desde el vamos, el entender lo que es brindar un servicio, algo que es tan sencillo y no tan sencillo a la vez".
"Con relación a eso, esta casa siempre tuvo una identidad gastronómica y también del ala italiana, con pastas, risottos y salsas. En función de eso, tratamos de seguir con esta tradición y la idea de tener esos platos abundantes, calientes, con buenas salsas, algo que siempre me caracterizó a mí. Desde que venís a este negocio, ves que los platos son todos abundantes, y casi te diría para compartir", relata, con mucho énfasis.
Pese a los éxitos, Néstor admite que "hasta hoy, hubo muchísimos desafíos. Muchas piedras en el camino, porque fue todo muy difícil y muy duro. Uno mira para atrás y dice 'guau', porque realmente costó mucho, y si miro para atrás, a nivel negocio, se me viene enseguida la gente que trabaja conmigo, mi equipo de trabajo".
"Creo que solo, con mi señora, no hubiésemos llegado sin el equipo que hemos conformado. Tengo gente que me acompaña hace muchísimos años, desde cualquier puesto de trabajo, que quieren la casa y eso es lo distinto. Cuando me hablan de que la gente va a trabajar y no tiene compromiso y que se perdió el hambre de trabajo y las ganas de hacerlo bien o la responsabilidad, en mi negocio no lo veo", expresa.
Con orgullo, afirma haber conformado "un equipo que me acompaña desde hace muchos años y que quiere la casa, que viene a la mañana y que está acá. Es la casa de ellos. Hoy seremos 30 o 35 personas estables en la casa y me aferro a ellos, al equipo administrativo, del salón, la cocina, la recepción, la caja, los depósitos y las compras. No dejo de nombrar a los proveedores, que también confían y me acompañan desde hace muchos años".
"La gente responde y le gusta, los clientes se sienten cómodos. Sigo pensando en atacar la cocina y como no tengo mucho lugar para hacer una cocina a la vista, estoy viendo la manera de plasmar una gran reforma para que la gente esté sentada en su mesa y pueda ver al chef trabajar. Eso es lo que quiero de esta casa", enfatiza.
Los constantes cambios a nivel socioeconómico que afronta Argentina desde hace muchos años obligan a replantear el esquema de negocios de muchos empresarios, así como el sustento de quienes dependen de un salario.
Al respecto, Curzio Benedetti aclara que, en lo que va de este año, "en el café se trabajó menos y si bien enero fue bueno, no se trabajó como el año pasado y febrero bajó con relación a enero y a febrero del año anterior".
"Pero con los departamentos no pasó lo mismo, eso fue un éxito", destaca, al tiempo que considera que "hoy el negocio está muy bien nivelado, donde si no funciona bien una cosa, funciona bien la otra. Está compensado y hay un equilibrio muy lindo respecto a como está ahora".
"Yo estoy orgulloso de cómo quedó, de lo que pude hacer. No lo podría haber hecho sin el acompañamiento de mi señora, que ha estado desde el minuto uno conmigo, ayudándome con todo esto y hoy es la principal administradora", asegura.
Asimismo, no deja de aclarar que, cuando llega el verano, "nuestra masa salarial se duplica por los contratos de temporada. Contratamos durante enero, febrero y marzo y contamos con prácticamente el doble del personal estable que después se queda conmigo durante todo el invierno".
"Siempre hay salidas y entradas por diferentes motivos, como chicos que se van a estudiar afuera o les surgió otra cosa. Eso abre alguna vacante para la parte de invierno", especifica.
Consultado respecto a las vías de comunicación para quienes quieran sumarse para trabajar, el protagonista sugirió enviar el curriculum vitae al correo [email protected]. Sin embargo, "muchos también se presentan acá y lo dejan en forma personal. También tenemos un área de Recursos Humanos que analiza absolutamente todo, hace las entrevistas, pero siempre estamos en búsqueda de gente", insiste.
La casona original donde fue construido Tío Curzio cumple un siglo de vida este 2024. Paralelamente, el café-restaurante celebra también sus 60 años de historia, por lo que desde la empresa planean algo muy especial.
"Más allá de todas las promociones, que ya arrancaron a partir del 1 de marzo, con precios bárbaros en todos los momentos del día, desayuno, almuerzo, merienda y cena, ahora vamos a lanzar todo lo relacionado con los 60 años de Tío Curzio y los 100 años de la casa", adelanta en anfitrión.
En ese marco, contó que "estamos armando distintos tipos de acciones, pero quiero hacer muchas cosas, porque tengo una lista y puse a trabajar a todos. Hablé con todo el personal y mis colaboradores para que cada uno me dijera una idea, por más loca que fuera".
"Vuelen, piensen, lo que quieran", fue la instrucción de Curzio Benedetti al personal: "Hablé con todos: el camarero, el bachero, el cocinero, el ayudante, el chef, el cajero, el recepcionista, el contador y el administrativo. Las ideas fueron de todo tipo", comenta.
Al mismo tiempo, afirmó: "Tengo claro que todo lo que vamos a hacer, que son varias acciones, beneficiarán a nuestros clientes y quiero que todo lo que haga por los 60 años de Tío Curzio beneficie a cada persona que venga al lugar. Porque, en definitiva, absolutamente nada de todo esto existiría si no fuera por los clientes".
"Por eso, a los únicos que hay que agasajar y que realmente tienen el poder de todo, son ellos, que entran a esta casa, se sientan en una mesa y consumen a cambio de un servicio, la vista, del perder la mirada en el horizonte, de tomar un buen café y de estar bien atendidos con una sonrisa", explica.
Sin prisa, pero sin pausa, desde la compañía se encuentran confeccionando "una grilla de promociones que durará todo el año con diferentes acciones mes a mes que haremos saber por todos nuestros medios y que en definitiva serán una manera de agasajar y de mimar a todos los clientes que nos acompañan y que nos van a acompañar".
Además, la idea de la gerencia del lugar es finalizar el año, "allá por noviembre o diciembre, con algún lindo evento en conmemoración de los 60 años de Tío Curzio".
Curzio Benedetti fue consultado acerca de los proyectos de la empresa y de cómo avizora lo que viene: "Si miro para adelante, quiero seguir manteniendo el mismo equipo de trabajo, pero tengo la sensación, el objetivo y las ganas de hacer una revolución en la cocina".
"Quisiera tener una cocina impecable, aunque obviamente ya esté impecable, pero me gustaría un equipamiento nuevo e invertir en tecnología, porque es algo que se viene a full en la gastronomía. Quiero tener una cocina tecnológica y que esté a la vista, para que los clientes cuando entren vean trabajar a los chefs. Tengo esa ilusión y estoy trabajando en eso", aclara, visiblemente entusiasmado.
También resalta las bondades del negocio que administra y reconoce las ventajas que esto otorga: "Somos privilegiados y nos sentimos privilegiados. También me siento orgulloso por lo que hice y por dar la posibilidad a que todos los que vengan acá y se sienten sientan lo mismo que yo ahora".
"Es justamente es eso: compartir este orgullo y privilegio que tengo con todos los clientes que vienen y hacen lo mismo. Se sienten en la mesa, miran el mar y se pierden, porque se pierde la mirada en el mar y se te van los pensamientos, las ilusiones y los sentimientos, como que el mar te lleva todo. Eso es algo que tengo siempre presente", reflexiona.
Hacia adelante en el tiempo, Néstor se imagina "manteniendo estas casas en perfectas condiciones y brindando el mejor servicio posible a lo que uno pueda dar; que sea mi lugar para seguir recibiendo a mis amigos, porque nos juntamos acá en las mesas a tomar café, charlar y nos quedamos como si fuera el living de una casa, mirando el mar y perdiéndonos con esas charlas de amigos, en pareja".
"Quisiera seguir viviendo la vida y compartiéndola con clientes, amigos y con el equipo de trabajo que me acompaña. Estamos en la mejor esquina de Mar del Plata y voy a estar eternamente agradecido por la visión que tuvo mi abuelo, porque este fue 'el loco de mi abuelo', que hace más de 70 u 80 años, caminando por la costa, vio esta casa y la compró cuando acá no pasaba nadie", remarca.
En último término, sin dejar de mirar al mar, Curzio Benedetti se anima a enlazar el pasado con el presente y el futuro de una forma muy personal: "Trato de ponerle un paralelismo o una comparativa para saber cómo sería hoy, pero es como que yo me fuera a comprar una casa al medio del campo, por donde no pasa nadie. Mi abuelo hizo eso".
"Tuvo un restaurante, creo que al lado del Club Pueyrredon y vino caminando por acá, vio este cartel y compró la casa cuando nadie venía por acá. Esto no existía y estaba vacío, por eso él fue un visionario y le estaré agradecido de por vida, porque esta casa me dio todo: la posibilidad de relacionarme, de conocer gente, de trabajar, de pasar momentos difíciles y lindos", concluye.